Nuestros artistas | "La pintura abstracta de Héctor López"
Acuario es el título de un movimiento correspondiente a la suite El carnaval de los animales (1886), realizada por el compositor romántico Camille Saint-Saëns. Escuchar esta breve pieza musical permite adentrarse en el compacto universo de lo que conocemos llanamente como pecera. Se trata del único movimiento de El carnaval de los animales que incluye la recreación total del hábitat acuático, particularmente de los seres que pueblan su lecho. La partitura elaborada con movimientos ascendentes y descendentes, tintineos —gracias a técnicas como el arpegio— alude a lo ignoto, muy vinculado a las profundidades de las masas de agua desde antaño.
Asimismo, mediante el título de la obra se quiere apelar al patrón de nado de los peces en un acuario; un continuo subir y bajar en el espacio acotado. Las notas más graves ubicadas al final nos llevan a la noción de abisal; imposible sin embargo en un depósito. Puede parecer que es una melodía repetitiva y tranquila, pero hay ciertos sobresaltos en las divisiones de la estructura de la composición que insinúan inquietud y misterio, al menos desde nuestra percepción occidental. Es una pieza magistral, formada por violín, piano, flauta, viola, violonchelo y armónica de cristal, música programática, por tanto, ideada para producir significados. El aspecto enigmático de Acuario inspiró, entre otros/as, al grupo coral Libera para preparar el tema religioso Lacrymosa. La polifonía construida —sin necesidad de entender la temática de redención— otorga una atmósfera sublime, pero con las cualidades de esta estética, verbigracia, la conmoción.
El afán de constreñir la vida en viveros fue una moda importante en la centuria decimonónica —y también antes—; las criaturas marinas, fluviales o lacustres, con su exotismo peculiar por sus formas y cromática variadas, estuvieron capturadas en hermosos acuarios que se convirtieron en auténticos ejemplos de los distintos movimientos artísticos. Una versión simplificada se manifiesta actualmente.
Desde una perspectiva ecologista, El carnaval de los animales no deja de ser una muestra del enfrentamiento entre la naturaleza, representada por estos y la cultura, propia de la humanidad. Aquí, el animal se aborda grosso modo desde la comicidad, ya que diversas veces es vehículo para realizar una crítica hacia elementos de la música de la época, por ejemplo, profesionales de dicho arte. Al final, significa una humanización de los animales en un sentido negativo con el objetivo de ridiculizar a determinados componentes sociales que el compositor detestó.
La obra seleccionada de nuestro protagonista Héctor López (Madrid, 1973) no hace ningún daño a los habitantes acuáticos. Sin embargo, la inspiración vuelve a ser idéntica: la vida en el agua. Su pieza lleva la denominación de Fondo marino (2022) y es un excelente compendio de la tendencia artística representativa del autor. Respecto a Acuario, este artista abstracto libera a los seres que residen en la pecera y retornan definitivamente, en este caso, al ponto. La limitación dada por el soporte no significa que el mar se encuentre apresado visualmente, ya que se ha pintado toda la tela; el all-over painting del expresionismo abstracto. Es una composición abierta de forma deliberada.
A pesar de que está experimentando con la escultura, López admite estar más cómodo cultivando la pintura. En Fondo marino, nuestro protagonista sintetiza el género de la marina; se preocupa por dar un lugar a cada organismo y material inorgánico, del mismo modo que lleva a cabo con las demás obras de su carrera — depende de su trasfondo—. El todo se simboliza de manera esquemática; solo las formas y los colores protagonizan sus composiciones pictóricas. La materia es trascendental para este pintor y mediante esta origina la tridimensionalidad desde la abstracción. Los gruesos empastes creados con la espátula y los dedos —luego afinados con pincel— se desarrollan irregularmente, enmarañados entre las curvas de superficie plana, preparando una suerte de remolinos.
Los bloques de materia que más despuntan dan lugar a grandes extensiones de color en relieve. Si se los observa de cerca se asemejan a arrecifes de coral por el hecho de destacar estos últimos sobre la arena, llegando a plasmar sombras. La corporeidad del coral en el suelo marino hace de este una bella prominencia con aspecto cambiante. Mudable debido a la multitud de especies coralinas en el mar Rojo que da tanta variedad a las siluetas y tonalidades de Fondo marino —la pieza surge a raíz de una visita a dicho mar—. Los elementos de mayor espesor generados con la técnica mixta —acrílico, óleo, espesantes...— encarnan plásticamente a los corales y en cierto sentido recrean todas sus características exteriores, en especial, táctiles. Por otro lado, la amalgama pictórica remite igualmente a sus pobladores ícticos: algas, moluscos y un largo etcétera de criaturas endémicas que López ha sintetizado en Fondo marino para nuestro disfrute de un fragmento de mar, aunque sea estrictamente artificial.
Texto de Andrea García Casal